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Alejandro I de Rusia

El emperador Alejandro I (Alexandr Pavlovich Romanov)

Los Romanov – Historia de la dinastía

El niño dorado de la emperatriz Catalina la Grande - Alejandro I de Rusia

"La esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros"
Samuel Smile (editor, periodista y activista escoces)

Alejandro (la forma rusa de este nombre es Alexandr) nació en San Petersburgo el 23 de diciembre de 1777, hijo del zarevich Pablo (Pavel Petrovich) y su segunda esposa Maria Fiodorovna (nacida princesa de Wurtemberg).

Pablo I y su esposa María Fiodorovna
Pablo I y su esposa María Fiodorovna

Los hados del destino decidieron que lo hiciera en el seno de una familia sumamente compleja. Las conocidas desavenencias entre Catalina y su hijo eran notorias y la comidilla de la corte rusa así como de las cortes europeas.

Para los habitantes del viejo continente Rusia era un lugar lejano, exótico, salvaje lleno de extrañas costumbres y para colmo gobernado desde hacía bastante tiempo... ¡por mujeres !....Catalina I, Ana Ioanovna, Isabel I. El llamado siglo de las zarinas, mujeres de armas tomar, reinando en un mundo reservado exclusivamente para los hombres, desafiándolos...

Para esa fecha una advenediza alemana estaba sentada en el trono de los Romanov, su nombre ortodoxo era Catalina II. La única mujer a la cual la posteridad le agregaría el mote de "grande"¡Y lo era!. Se decían muchas cosas tanto de su ámbito privado como público. Muchos de esos chismes en realidad eran generados por sus detractores políticos, por hombres que creían que el único lugar de una mujer era ser la sombra de su marido y luego de las de sus hijos varones.

Pedro III con su esposa, futura Imperatriz Catalina II, y su hijo Pablo
Pedro III con su esposa, futura Imperatriz Catalina II, y su hijo Pablo

Catalina fue una mujer adelantada a su tiempo, culta, capaz, astuta e inteligente. Nacida para gobernar, nunca le tembló el pulso a la hora de decidir. Pedro III su odiado e incapaz marido, a quien derrocó para hacerse con el poder, entendería de la peor manera a quien se enfrentaba.. Un dia estaba vivo y al siguiente no. Este mutis por el foro fue conveniente también para la cansada sociedad rusa. Prontamente sería relegado al olvido por casi todos. El caos y la locura de su corto reinado era algo que los rusos querían olvidar. Su "único hijo y heredero" Pablo detestaba a Catalina aparte de culparla de la muerte de su padre, por ser liberal (en todo el sentido de la palabra) y por estar atornillada a un trono que él sabía que le pertenecía por justo derecho. Para Catalina la existencia del zarevich fue políticamente correcta en los momentos que lo necesitaba para afianzar su posición como gobernante. A partir de allí se transformó en una piedra en su zapato. A ojos vista no lo consideraba idóneo para sucederle. Siendo lógicos debemos decir que ambos eran dueños de una parte de la verdad.

Catalina no era una Romanov y Pablo bueno, digamos que era un personaje más que peculiar. También estaba el rumor de que en realidad era hijo del primer amante conocido de Catalina: Serguei (Sergio) Saltykov. Si eso fuera cierto o no, sigue siendo uno de los tantos enigmas que pueblan la maravillosa historia rusa.

Si nos apegamos solo a los hechos con los que contamos, Pablo era un calco de su supuesto padre oficial. Con todas las vetas de su carácter a flor de piel y con su forma más que especial de ver el mundo en general y a su país en particular. Físicamente poco agraciado, basta con ver la estatua que está en la entrada de su magnífico Palacio en Pavlovsk. Nada que se acercara a los dioses del Olimpo que tanto le gustaban a Catalina. Bueno, podríamos decir que quizás al único con el que se lo podría comparar era a Hefestos, el dios del fuego y de la fragua ya que no compartía la belleza ni la suerte de sus hermanos olímpicos. El comportamiento del zarevich desde la adolescencia se equiparaba dia con dia con el de su díscolo padre con sus manías castrenses, su enorme amor por Prusia y su ojeriza por las costumbres rusas. Nobleza obliga a decir que era un hombre culto y de gustos refinados. Catalina se empeñó en darle la mejor educación, los tutores más capaces. Pero "lo que natura no da, Salamanca no presta" dice el dicho español. Pablo no estaba exento de bondad ni de sentido ético. Seguro que sus intenciones eran buenas pero la furia ciega nublaba su intelecto. Su vida debemos reconocer que no fue precisamente un jardín de rosas siendo el peón en el juego de ajedrez de otros. Podía ser implacable con los que le llevaban la contraria aunque tuvieran razón, no importaba si fuera un consejero o un miembro de su familia. Cuando ascendió al trono convirtió al país en un sainete.

Alejandro – hijo de Pablo I y Nieto de Catalina II

Alejandro a diferencia de su padre era hermoso, inteligente, maleable... y normal! El anhelado Apolo que continuaría con el legado de su abuela...

Apenas nacer, Catalina se lo quitó de las manos a sus progenitores y se hizo cargo de su educación de la misma manera que había hecho la zarina Isabel Petrovna con ella y su hijo. Pablo se haría adulto sin ningún lazo fraterno, odiando a su augusta madre e idolatrando a un padre que apenas conocía y al cual nunca le importó. Una fórmula para el desastre. Era obvio que Catalina lo quería lejos de su adorado nieto antes que pudiera contaminarlo. Estableció un sistema riguroso de visitas para los padres. Maria Fedorovna siempre apoyó a su marido en todo. Para la zarina era algo indiscutible que formaba parte del enemigo. A pesar de que al principio intentó mantenerla de su lado, la princesa que escogió para tener entretenido a su hijo y que no se inmiscuyese en política pertenecía al bando opuesto desde que conoció a Pablo. Maria Fedorovna se había enamorado de su marido. "Hay gustos que merecen palos”. La nuera estaba decidida a hacer que su matrimonio funcionara y lo logró. Maria suavizaba en lo que podía el carácter y las locuras de Pablo. Para la abuela era imperativo que la pareja se mantuviera lejos del futuro de Rusia. Alejandro crecería para ser un gran zar contra viento y marea. Quien se interpusiera debía ser empujado al costado del camino.

El niño pagaría un enorme precio por las decisiones de su familia y lo marcarían de por vida. Siempre tratando de sobrevivir parado en medio del fuego cruzado. Un rehén más de los juegos del poder y la ambición. Hipotecaria su alma en el proceso.

Alejandro y Constantino, nietos mayores de Catalina II, de niños

Ahora ¿por qué Catalina eligió un nombre sin tradición en la casa Romanov? Sencillo, su nieto sería el nuevo "Alejandro el Grande", el cual lograría extender las fronteras rusas hasta el infinito creando así el mayor imperio del mundo conocido de su época.

El segundo hijo de Pablo y María, nacido el 27 de abril de 1779, también fue raptado por su abuela, y bautizado con el nombre de Constantino en honor al emperador romano "Constantino el Grande", fundador de Constantinopla, campeón del cristianismo y santo para la iglesia ortodoxa. Destinado a ayudar a su hermano a concretar el sueño de Catalina la grande… o a sustituirlo si este moría sin descendencia. En esa época las personas podrían llegar a morir muy jóvenes.

Parecía que la emperatriz Catalina II había pensado en todo...Pero le salió el tiro por la culata. Constantino tendría un carácter discolor, indisciplinado, inconstante, sin ninguna intención de cumplir con el papel que su abuela le había reservado. Nunca le interesaria el poder y menos ser zar como lo veremos en su momento. Además odiaba todo lo ruso. La genética no escucha las órdenes de nadie ni de los poderosos.

En cuanto a su hermano mayor, Alejandro, este terminó convirtiéndose en la "esfinge del norte" para poder sobrevivir. Siempre inescrutable. siempre cambiante, siempre mostrando lo que los demás querían ver, para luego darse la vuelta y hacer o decir una cosa distinta según las circunstancias...

Pablo I y su familia
Pablo I y su familia

Los demás hijos de la prole del zarevich (príncipe heredero) Pablo, los cuales fueron naciendo interrumpidamente hasta completar un número de diez, todos ellos serían educados por sus padres incluyendo a Nicolay (futuro zar Nicolás I). A este nieto Catalina le prestó escasa atención dado que nació solo 4 meses antes de su muerte, y al final reinaría más años que su adorado Alejandro. La diosa del destino termina siempre riéndose de los designios de los hombres, simples mortales por más encumbrados que estos fueran.

"El fin justifica los medios" decía Maquiavelo. Nadie le preguntó a Alejandro que era lo que él deseaba en realidad. Hasta la muerte de su abuela y de su padre rodaría envuelto un vertiginoso torbellino, tironeado de un extremo al otro, debatiéndose primero entre lo que deseaba Catalina y Pablo, luego entre su padre y lo que Rusia necesitaba o querían de él los nobles y consejeros.... El estar siempre en el ojo de la tormenta lo hizo desconfiado. Aprendió a ocultar sus sentimientos e ideas bajo una máscara de fría indiferencia.

Alejandro 1 adolescente
Alejandro 1 adolescente

"La esfinge rusa” aprendía con rapidez. Se volvió un manipulador, un experto camaleón y un gran actor. El mundo sería su escenario. Pocas personas llegaron a conocer exactamente quién era en realidad Alejandro (Alexandr Pavlovich) Romanov. Debía complacer a los dos bandos. Siendo ya adulto y gozando de un poco más de libertad se acercó a su padre con quien compartía su amor por la milicia y los uniformes. Le complacía pasar temporadas en la amada finca Gatchina de Pablo, donde podía estar lejos de las intrigas y la hipocresía de la corte. Sin almidón y jugando a la guerra con su padre.

Catalina amaba mucho a sus dos primeros nietos pero a su manera. Entre las cualidades de la zarina estaba el de escritora. Inventó cuentos y creó otros escritos para ellos hasta "una guía para la educación de mis nietos". Los rodeó de los mejores profesores y les dio una vida espartana totalmente contraria al lujo oriental de la corte rusa. Debían aprender a valorar, decía la abuela. Pero rodeaba de títulos y riquezas a sus amantes. Estaba envejeciendo, ya no tenía tantos bríos, ni cualidades para retener el "amor" de esos adonis.

Alejandro I de joven
Alejandro I de joven

El tutor principal de Alejandro fue un suizo llamado Frederic La Harpe. Un republicano convencido, quien lo educó en las ideas de la ilustración y el amor por el progreso siempre de cara a Europa. Esto suscitaría malestar entre los nobles. Un futuro zar con ideas de vanguardia era algo inaceptable y peligroso. Catalina II se vio obligada a despedirlo para evitar conflictos a pesar del enojo de su nieto que veía en él la figura paterna que nunca tuvo.

Otro de sus preceptores el mariscal Nicolai Saltykov le enseñaría a ser verdadero Romanov, un autócrata. Alguien dijo lo siguiente de Saltykov: "le enseño amar a la humanidad pero a despreciar al individuo" - slogan que le venía como anillo al dedo, también a muchos ilustrados de su época y por qué no decirlo a muchos políticos actuales.. Dos posiciones totalmente encontradas que Alejandro no podría conciliar nunca sin verse obligado a decir por una u otra.

El padre Samborski, bastante liberal para ser miembro de la iglesia ortodoxa, no tan solo lo instruiría en materia religiosa sino que también le enseñó a hablar un perfecto ingles (había vivido varios años en Gran Bretaña).

De su padre Alejandro aprendió de tambores de guerra, de maniobras y de parafernalias militares. De ira y de locura. Incluso perdió parcialmente la audición de un oído debido a la explosión de uno de los cañones de Pablo. El reino de juguete de un aburrido y frustrado zarevich que solo fungía como figura decorativa. Según el relato de un cortesano, Catalina elevaba las manos al cielo cada vez que escuchaba el rugir de los cañones desde Gatchina.

A medida que el tiempo transcurría la relación entre padre e hijo se hizo cada vez más tensa. Pablo veía conspiraciones y asesinatos por todas partes. El tiempo le daría la razón.¡Nadie está seguro en Rusia! decía él y tenía razón.

Otro elemento que forjaría el carácter del nieto de Catalina era sordera. Convengamos que no dejaba de ser una minusvalía aunque no fuera severa y que solo involucrase a un oído. Podría responder con furia cuando creía que alguien se burlaba de su discapacidad o que cotilleaban por lo bajo aunque estuvieran en realidad hablando del horroroso vestido de la princesa R o del nuevo amante de la condesa M. La inseguridad, la timidez y la infravaloración se agregarían su colección de torturas mentales. Con los años aprendió a escudarse en el personaje casi mítico de vencedor del mal, el paladín de la justicia.

Joven Alejandro y su novia Louise de Baden
Joven Alejandro y su novia Louise de Baden

Es curioso pensar que para muchas mujeres su inclinación de cabeza para poder oír mejor, su voz suave y pausada lo harían irresistible. Para los demás, lo tenía todo: belleza, inteligencia y poder. El desfile de muchas solteras y otras tantas casadas por el lecho del zar fue legendario. Con 15 años Catalina lo casó con una princesa de Baden - la hermosa Louise quien al bautizarse a la fé ortodoxa tomaría el nombre de Elizaveta Alekseyevna. Era un año menor que él y pariente de la primera esposa adúltera de Pablo. La zarina les regalaría a "sus tortolitos" como los llamaba a Alejandro y Louise, el hermoso palacio de Alejandro, a pocos pasos del palacio de Catalina en Tsarskoye Selo (actual Pushkin). Este palacio con el paso de los años sería la residencia oficial del zar Nicolas II y su familia. Allí viviría su cautivero como "el ciudadano Romanov " antes de ser llevado con su esposa y sus hijos a Siberia en 1917.

A diferencia de su descendiente, quien disfrutó de un matrimonio bien avenido hasta que los bolcheviques los asesinaran, la unión de Alejandro y Elizaveta sería distinta. Los primeros años de la pareja fueron armoniosos y felices. Luego las cosas cambiarían entre ambos. El enamoramiento adolescente se derretiría como nieve en primavera. Con su abuela debía ser lo que se esperaba de él. La esfinge rusa, el camaleón, se vestía a la moda, un afrancesado más (como les llamaban los españoles) en la corte de la emperatriz de las luces plantándole cara a la hipocresía y la adulación. Eso también incluiría a su matrimonio ya que era un asunto de estado.

Con su padre debía ser un soldado prusiano y un hijo fiel y obediente. En una carta que Alejandro envió a uno de sus amigos más íntimos refleja lo que quería ser en realidad: una persona común, vivir una vida simple lejos de la corte. Nunca aceptaría la idea de su abuela de sucederle haciendo a un costado los derechos de su progenitor. Esa fidelidad cambiaría cuando Pablo ya gobernaba Rusia con mano de loco.

Pablo I, el successor de Catalina II en el trono ruso

Si Catalina dejó un testamento a su favor nunca lo sabremos. Si nos detenemos a pensar sería lógico que hubiese existido tal documento. El zar reinante tenía derecho a nombrar sucesor. Una de las primeras cosas que Pablo cambiaría: nada de mujeres en el trono y nada de hacer saltos en la línea sucesoria.

La emperatriz Catalina II murió el 6 de noviembre de 1796. Rusia dio un vuelco de 180 grados en todos los aspectos. El nuevo zar estaba convencido que moriría como su padre Pedro III. Recelaba de todo y de todos incluyendo a su familia. Odiaba todo lo que tuviera tufillo a revolución francesa hasta en la moda. Puso a "hacer nada" a sus dos hijos mayores y los tenia vigilados.

Al principio Alejandro aceptó su papel de Carlos de Inglaterra. Pero a medida que pasaba el tiempo era más que evidente que su padre estaba llevando al garete al imperio. ¿Debía permitirlo, bajar la cabeza y callar? Muchas voces le hablaban en secreto desde la penumbra. Tambien, quizas la voz de Catalina la Grande desde el más allá...

El 23 (11) de marzo de 1801 el zar Pablo Petrovich fue asesinado por personas de su entorno cercano en el castillo de San Miguel en San Petersburgo, a pocos pasos de los aposentos de su familia.

Alejandro I retrato
Alejandro I retrato

Ahora ¿cuál fue la verdadera participación de Alejandro en los hechos? Es difícil decirlo. Lo más probable es que dejara hacer con la promesa de que Pablo sólo sería obligado a abdicar y luego desterrado a algún lugar donde pudiera seguir con sus maniobras y paradas militares. Dos cosas que sí sabemos con certeza: su madre lo culpó durante los años que sobrevivió a su marido; nunca aceptó del todo su inocencia aunque con el tiempo su relación mejoró. ¿Cuánto de razón tendría? Imposible saber. Maria Fedorovna convertiría el papel de imperatriz madre en un importante eje de la maquinaria cortesana. Siempre caminando del brazo del imperador, su hijo y con su nuera algunos pasos por detrás, - para que todos supieran quién era quién en Rusia. ¿Una prerrogativa ganada? ¿ Una concesión? Es difícil no perdonar las faltas de un hijo. Aceptarlas. es otra cosa. Nunca sabremos con certeza lo que pasó en realidad. Lo que sí sabemos es que Alejandro nunca pudo sacudirse el sentimiento de culpa que esto lo atormentaría hasta el dia de su muerte.

¿Fratricida o un inocente títere sometido a los vaivenes de la política?...

"¿Podría todo el océano de Neptuno lavar mis manos manchadas de sangre?" (W.Shakespeare Macbeth)

Alejandro I – el nuevo zar de todas las Rusias (1801-1825)

"¡Sea un hombre, levántese y gobierne! El pueblo espera ver a su nuevo zar!"...
(palabras de uno de los conspiradores contra Pablo I).

El pueblo ruso vio con alivio y fascinación desfilar al joven monarca. Imponente en su uniforme y montando un caballo blanco. El “Apolo ruso” con el que soñó su abuela Catalina la Grande.De voz suave y contenida. Nada de los gritos y el rostro enrojecido por la ira de su padre. A ojos vista normal...y bello! Pablo fue olvidado rápidamente por el pueblo y relegado a la oscuridad por las generaciones venideras. A pocos les importaría como su hijo llegó al trono. Los conjurados solo fueron enviados al exilio pero no castigados. Alejandro, el hombre que soñaba con una casa solariega y un viñedo, intentó cumplir todos los preceptos liberales que le habían inculcado en su niñez y adolescencia. Preceptos de los cuales renegaría con el paso del tiempo.

Alejandro I con el busto de su abuela Catalina II

El joven zar de 24 años de edad odiaba la escalvitud. Pero pronto se daría cuenta, cómo su abuela en su momento, de que el país no estaba preparado para dejar de ser "La santa madre Rusia" con todo lo que ese enunciado encerraba. El título completo rezaba.."Yo por la gracia de Dios Emperador y autócrata de todas las Rusias…” y de allí comenzaba una retahíla de todos los territorios y las almas que le pertenecían. El segundo escalón en la jerarquía: los nobles. Primero, los terratenientes y los nuevos ricos posteriormente, con sus miles de siervos y sus latifundios no aceptarían de perder ni el más nimio de los privilegios, al contrario nunca estaban satisfechos, siempre querían más.La codicia humana se alimenta de sí misma y tiene gran voracidad. Perder la mano de obra gratis y que además era moneda de cambio. ¡Ni pensarlo! Crear una sociedad más justa en un país como Rusia en el que la mayoría de sus habitantes era analfabeto y seguía sumergido en la edad media, atados a la tierra de su señor, era ciertamente imposible en la práctica.

Tanto a Catalina como Alejandro le repugnaba esta situación...pero cambiarla...eso era "harina de otro costal". Pretender conservar la corona sobre sus cabezas en un país caracterizado por los golpes de estado y las revueltas significaba mantener siempre contentos a los que sostenían la corona: la famosa mesa de tres patas:I glesia, nobleza (después también la alta burguesía) y el ejército. Además no a todos los miembros de la familia Romanov les gustaba el liberalismo. El recuerdo de las cabezas de Luis XVI y Maria Antonieta clavados en una pica estaban frescos en la memoria colectiva. Y como dice el dicho: "a rey muerto, rey puesto"...con tantos Romanov de donde elegir para el cargo. Un zar o zarina de repuesto seguro que se conseguiría fácilmente y sino de otra familia noble como paso cuando buscaron a los Romanov al extinguirse la dinastía de los Rurik.

Con el tiempo estos ardores reivindicativos de justicia y libertad irían cambiando en la medida que cambiaba la personalidad de Alejandro y se profundizaban su introspección y su religiosidad. La autocracia se fue posicionándose en su mente y su corazón. Es imposible compatibilizar derechos civiles con ella. Blanco y negro.

Las medidas que introdujo en materia de educación y salud quedaría la mayoría en aguas de borraja. La libertad de los siervos tendría que esperar a su sobrino nieto Alejandro II. Pero como le pasaría a Abraham Lincoln también, el papel era una cosa y la realidad otra.. Su dificultad para mantener el personaje que los demás debían ver y el real se fue haciendo una carga cada vez más pesada. No olvidemos el desgaste del poder. También estaban las culpas, los malos recuerdos y la muerte de los pocos seres que amaba… Apolo se fue convirtiendo en un ser amargado y desilusionado de todo lo terrenal.

Alejandro I retrato
Alejandro I retrato

La segunda mitad de su reinado se caracterizó por una fuerte vuelta a la autocracia y un creciente misticismo. Todo el océano de Neptuno no había podido limpiar la sangre de sus manos a pesar de los años transcurridos desde aquel aciago día de marzo de 1801. Como Macbeth terminaría pagando. Tal vez para ahogar las culpas en sus primeros años de gobierno trató de liberar el brío de la juventud buscado algunos placeres que nublara su intelecto y le proporcionarán preciosos minutos de felicidad. "Comamos y bebamos que mañana moriremos" Gran mujeriego como lo serían su hermano Nicolas I y su sobrino Alejandro II.

Luego de los armoniosos primeros años de matrimonio abandonó a su esposa para buscar otros horizontes tanto en la guerra como en el amor. De las amantes el nombre que sobresale es el de María Naryshkina, una hermosa mujer casada con un hombre mayor. Su marido con sabiduría ancestral decidió convertirse en algo parecido a los tres monos sabios en lo que a la amistad de su mujer con el zar se refería. La joven muy apreciada en la corte por su belleza y amabilidad y le daría a Alejandro dos hijas que murieron a temprana edad Lo mismo sucedería con las dos que tuvo con su esposa.

Se puede leer en algunos textos de que Maria presionó a Alejandro en algún momento de su relación para que se divorciara de su esposa quien no le daba el heredero que él anhelaba. Según un testimonio de un allegado Alejandro se alejó de su esposa por no querer engendrar más hijos que morirían pronto por castigo divino. Pensaba que el Creador no deseaba a un hijo suyo en el trono de Rusia.

Según otras fuentes Alejandro amaba estar con su segunda familia rodeado de un ambiente más natural. Aunque eso iba en contra de los preceptos de la iglesia y de la tradición. Más de 100 años después, en el siglo XX, rodó la cabeza del rey Eduardo de Gran Bretaña por casarse con la dos veces divorciada Wallis Simpson. EL gran duque Mihail hermano del zar Nicolas II debió renunciar a su derecho al trono para poder casarse con Natalia Wulfert. El amor y deber son irreconciliables a veces.

La separación de hecho entre Alejandro y su esposa duró varios años. El zar estaba ocupado haciendo el amor y la guerra en Europa. Alejandro regresaría al final de su vida a los brazos de Elizaveta buscando redimirse ante los ojos de Dios. Para entonces deseaba dejar de ser el autócrata y solo ser un humilde siervo de Dios.


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