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Catalina II la Grande

Los Romanov – Historia de la dinastía
Catalina la Grande – princesa alemana en el trono ruso

Por Patricia Campos, médica, viajera y columnista - especialmente para la web tour-sanpetersburgo.com

"No temáis a la grandeza, algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande..."
W. Shakespeare

Catalina II la Grande
Catalina II la Grande - emperatriz rusa
retrato de coronacion

En julio de 1762 luego del incidente del Palacio de Invierno, fue atrapado uno de los colaboradores del complot de los Orlov. Confesó mediante tortura los pormenores del golpe que se estaba orquestando. No había tiempo que perder. Un carruaje llevando a uno de los Orlov junto con un nuevo partidario de la causa de Catalina, el cual luego se convertiría en alguien muy importante en su vida llamado Grigori Potiomkin, a todo galope a Peterhof. Catalina en camisón subió al carruaje rumbo a San Petersburgo. Al llegar al Palacio de Invierno fue aclamada por la multitud. Vestida con el uniforme del regimiento Preobrazhenski recorrió a caballo la plaza del palacio enarbolando una espada frente a 12.000 soldados no totalmente sobrios que vitoreaban "viva Catalina".

La justificación de sus actos (explicitado en su manifiesto) para aceptar su nombramiento como zarina era que ya existía el precedente de Catalina I esposa de Pedro el Grande, la cual gobernó tras la muerte de su esposo sin ser una Romanov, porque el momento que atravesaba el país así lo requería. Para muchos únicamente era una extranjera usurpadora que solo podía ser tolerada hasta la mayoría de edad de su hijo Pablo. Otros preferían colocar a través de un nuevo golpe de estado al zarevich (príncipe heredero) Pablo en el trono. La lucha de poderes era descomunal. Al final terminó venciendo la astuta Catalina quien gobernaría a Rusia durante 34 años. Federico el Grande misógino como el que más, dijo: “El zar Pedro III dejó el poder como un niño al que se lo manda a la cama. Catalina es una mujer, su poder lo soportan los Orlov. ¡No durará!”. Pero Catalina se convirtió con el tiempo en una genial gobernante, rusa de pies a cabeza, cuidando los más mínimos detalles para llevar ese mensaje al pueblo. Usando vestidos confeccionados con tela rusa mucho más sencillos que los de los de su antecesora la hija de Pedro I, Isabel, conocida por su amor al lujo y al despilfarro... Además, se hacía pintar con casacas de regimientos rusos. En esa época la propaganda política se hacía a través de los retratos pintados. Otra prueba de tratar de justificar la legitimidad de su reinado, es la leyenda que está grabada en la enorme piedra que sostiene al caballo de bronce "Catalina II a Pedro I" (escultura increíble situada junto al río Neva, llamada Jinete de Bronce El mensaje político subliminal: "soy la continuadora legítima de Pedro el Grande. Los que gobernaron después que tú y antes de mí son solo hojas que el viento arrastra a su antojo “. El que luego de su muerte se le haya colocado el mismo mote del zar Pedro, "la grande" no es algo que le hubiera gustado especialmente. Lo consideraba una nimiedad. Sus obras hablarían a la posteridad de sus logros. Desgraciadamente a pesar de sus enormes esfuerzos, durante toda su vida tuvo que luchar contra ese viso de ilegitimidad y de los cotilleos en las cortes europeas sobre el misterio que rodeaba a la muerte de su esposo. Dos de las banderas que usaron sus enemigos (usurpadora y asesina), la tercera fue su vida personal.

Catalina II la Grande
Catalina II la grande
en el parque de Tsarskoye Selo

Catalina era una mujer de carácter práctico, fuerte, apasionada, de convicciones inquebrantables y también una incansable trabajadora. De gran inteligencia, astuta, culta, a diferencia de la mayoría de las mujeres de su época. Se hizo a sí misma. Dedicó su vida a Rusia. También cometió errores y -como todo ser humano- también tenía debilidades, pero nunca le tembló la mano cuando la situación lo requería Una de las primeras órdenes dictadas por Catalina fue que si alguien trataba de liberar de su reclusión en prisión al depuesto zar Iván VI, éste debía ser asesinado en el acto. Cosa que ocurrió en 1764. Diez años después apareció en París una hermosa mujer llamada princesa Tarakanova que decía ser hija de la difunta de la Zarina Isabel y de su supuesto marido Alexei Razumovsky. Fue traída con engaños a San Petersburgo y encerrada hasta su muerte en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. Otro suplantador fue un cosaco del río Don llamado Yemelian Pugachev quien lideró un sangriento levantamiento diciendo ser el fallecido zar Pedro III. Supo ganar el apoyo de un grupo cada vez más numeroso de siervos descontentos con el maltrato que sufrían, al igual que un moderno Espartaco. La rebelión fue sofocada y su cabecilla ejecutado. La zarina ordenó que fuese una muerte rápida. Fue decapitado en Moscú en 1774. Las represalias de los nobles contra sus siervos fue otra cosa, al igual de lo que hicieran los romanos en su momento: "fue ejemplar". Nunca más en la historia de Rusia se repetiría algo parecido hasta el año 1917 cuando la “intelligentsia” (los intelectuales) movilizaron al proletariado. Y ya sabemos cuál fue el resultado final.

Pero regresemos al foco de nuestra narración. ¿Quién era esta mujer que pasó de ser una oscura princesa alemana a la autócrata de todas las Rusias? Por empezar, fue una mujer adelantada a su tiempo, amante de la sabiduría, las artes y del progreso. Para nada pomposa, alegre y amante de la diversión en su justa medida. Digna sucesora de Pedro el Grande y su visión de una Rusia poderosa y moderna. Para muchos "la reina filósofa" por su adhesión a las ideas de la Ilustración y a los pensadores franceses del siglo de las luces: el progreso a través de la lógica y la ciencia y la igualdad de derechos. Según el filósofo Immanuel Kant "es el abandono del Hombre de lo que él mismo es culpable. Infancia es la incapacidad de usar la razón sin la guía de otra persona". De mente abierta y voraz lectora, introdujo los cambios necesarios para que las demás potencias europeas del momento consideraran a Rusia su igual, tanto desde el punto de vista militar como diplomático. Se ganó el respeto de monarcas de la talla del emperador José de Austria y a la larga de Federico el Grande de Prusia. Pienso que en un primer momento abrazó las convicciones de la Ilustración con cierta inocencia sin medir las repercusiones que tendría en los pueblos y en las élites políticas. La Revolución francesa la tomó por sorpresa, aún más la ejecución en el cadalso de Luis XVI y su esposa Maria Antonieta y la instauración de una república. Catalina era -a pesar de todo- una monarca que quería conservar su trono y su poder. Consideraba repulsiva la esclavitud, pero se dio cuenta que tampoco era cuestión de darle demasiadas libertades al pueblo. Podría ser muy peligroso. No podía quitarse de la cabeza la imagen del rey de Francia decapitado. Tratar de solucionar el problema de los siervos era desafiar el poder de los nobles los cuales vivían fastuosamente a costas de la mano de obra esclava. La autocracia se cimienta en el poder de los nobles, el ejército y la Iglesia. Había que tenerlos contentos y leales. Además, Rusia era Rusia no Europa.

Catalina II la Grande
Catalina II y Principe Potyomkin

A la postre, Catalina se convirtió en una de las mayores exponentes del despotismo ilustrado: "el gobierno para el pueblo, pero sin el pueblo". A través de su mecenazgo la cultura y la ciencia florecieron en Rusia. Voltaire con quien mantuvo una frondosa correspondencia la llamaba "su estrella del norte" o "Semiramis" (la mítica reina de Babilonia). Cumplidos que aceptaba por deferencia, pero no por convicción. Ávida coleccionista, adquirió los cuadros y esculturas que iniciaron la colección del Hermitage. También escribió algunas piezas de teatro y construyó una serie de palacios y edificios magníficos en estilo neoclásico, ya que detestaba el estilo barroco preferido de la zarina Isabel tanto como a su persona. Al morir dejó un imperio vasto que incluía parte de Polonia y la salida al Mar Negro debido a la conquista de Crimea (puerto libre de hielo en el invierno).

Mucho se ha hablado de su vida privada y de cuántos amantes tuvo. La verdad es que no fueron más que los amoríos de otros zares, reyes y políticos entre otra gente famosa. La diferencia está en que nunca hizo nada para ocultarlos. No sentía la necesidad de hacerlo. Fue una feminista y una adelantada a su época. Pero era esencialmente monógama. El problema radicaba en que era una mujer... y poderosa. Lo que estaba permitido y aplaudido para los hombres, era reprobable en una mujer … aunque fuera la zarina.

LOS AMANTES

Catalina no fue una mujer hermosa y con los años fue ganando peso hasta convertirse en una “matrona” rusa, pero tenía una forma ser que atraía a los hombres. Era franca y desenvuelta, inteligente, chispeante. La cantidad de amantes que tuvo durante su vida se calcula que fueron alrededor de 23. A medida que envejecía los elegía más jóvenes y superficiales. Supongo que para no involucrarse emocionalmente y gastar menos energía en la relación. Pero no siempre fue así los primeros tuvieron una gravitación política y personal muy importante. El último tenía 22 años y ella 60. Cosa que no habría estado mal vista... si hubiese sido hombre. Jane Austen dijo una vez: “No recuerdo haber leído ningún libro que no hable de la inestabilidad de la mujer. Quizás porque todos ellos fueron escritos por hombres...". Esencialmente, Catalina buscaba una compañía agradable que la hiciera olvidar el estrés de gobernar y lo solitaria que es la cima. Pero como toda persona en este mundo, sí hubo un hombre importante para ella, el amor de su vida: Grigori Potemkin (o Potiomkin). De orígenes relativamente humildes, pertenecía a la baja nobleza terrateniente, inteligente, capaz, taimado y mujeriego, supo desplazar del lecho y de la mente de la zarina a otro Grigori (Orlov). Existen pruebas basadas en cartas que se enviaron mutuamente de que eran marido y mujer. Tal vez no legalmente, no hay certezas entre los historiadores, solo suposiciones. Creo que emocionalmente era la manera que se veían mutuamente: un matrimonio bien avenido con metas en común a pesar de que tenían temperamentos muy diferentes. Ella era metódica, ordenada, calmada. Él, un torbellino desordenado y visceral...

Catalina II la Grande
Catalina II de joven

Potiomkin ayudó a concretar los sueños de Catalina de crear un vasto y fuerte imperio ruso. De paso, se enriqueció en forma inimaginable. Catalina siempre fue generosa con sus compañeros de vida. Al extinguirse el fuego de la pasión, continuó siendo su amigo, confidente, el general de sus ejércitos y el diplomático del imperio: su alteza serenísima el príncipe de Tauride (por Crimea). El emperador José de Austria le concedió el título de príncipe del Sacro Imperio germánico. Quizás Elizabeta Grigorievna Temkina -la hija del Príncipe de Tauride, fuera hija también de Catalina. Obviamente, hubo otros hijos que Catalina tuvo con otros de sus amantes. Astutamente supo ocultar los embarazos. En esa época no existían los métodos contraceptivos. Una vez que los niños nacían se buscaban padres sustitutos que -ya sea por bondad, lealtad o bien buscado prebendas- los aceptaban como propios. Era la forma común de finalizar con "esos enojosos asuntos" en todas las cortes europeas. Grigori Potemkin murió el 5 de octubre de 1791 en la estepa a 60 kilómetros de Jassy (Rumania), lejos de San Petersburgo mientras viajaba para gestionar una paz ventajosa para Rusia con el Imperio otomano. Según algunos historiadores de una infección, para otros fue envenenado. Se dice que cuando Catalina fue informada de su muerte, cayó al suelo sin sentido. El imperio se sumergió en el luto por orden de la zarina. Un colaborador que presenció su muerte diría más tarde: “Quien lo tenía todo en la vida, murió tirado en el campo. Solo...".

Catalina moriría el 17 de noviembre de 1796 de un accidente cerebro-vascular cinco años después de su amado Potiomkin. Dejó un vasto imperio del cual estaba orgullosa, sin quererlo, a su hijo Pablo, psicológicamente inestable que la detestaba y que trató de hacer todo lo que tuvo a su alcance para borrar de un plumazo sus logros y su memoria. La sed de venganza lo dominó toda su vida. Pero en una relación rota, envuelta en tanto odio y rencor entre dos personas siempre hay una responsabilidad compartida. Ella depositó todos sus sueños y esperanzas en sus nietos mayores Alejandro y Constantino a quienes consideraba dignos continuadores de su legado. Se encargó personalmente de su educación. Tratando de moldearlos a su imagen y semejanza, especialmente con el mayor el futuro zar Alejandro I su nieto preferido. Su "sol". Trató de pasar el poder a la siguiente generación haciendo a un lado a ese hijo que se parecía enormemente -en su modo de actuar y de pensar- a su padre el zar Pedro III. Pablo se aseguró que ninguna mujer pudiera gobernar Rusia después de ella, sancionando la ley sálica a raíz de la cual solo los varones Romanov podrían gobernar Rusia a partir de entonces...

Catalina II la Grande
Catalina II la Grande - retrato
Catalina II la Grande
Catalina II la Grande
emperatriz rusa
Catalina II la Grande
Catalina II la Grande
a la edad de 60 anos
Catalina II la Grande
Catalina princesa esposa
del heredero de trono Pedro III
Catalina II la Grande
Catalina II la Grande

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