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Palacio y parque de Catalina

Palacio y parque de Catalina en Tsarskoye selo (Pushkin) & Sala de Ámbar

Por Patricia Campos, médica, viajera y columnista - especialmente para la web tour-sanpetersburgo.com

"Hijo mío: la felicidad está hecha de pequeñas cosas: ... un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna..."
Groucho Marx

Palacio y parque de Catalina en Tsarskoye selo

En el año 1717 Catalina I viuda de Pedro el Grande mandó a construir un modesto palacio estilo holandés de 16 habitaciones que contaba con un parque, árboles frutales y un invernadero a 25 kilómetros de San Petersburgo para su esparcimiento en los meses de verano. El lugar elegido pasaría a llamarse Tsarskoye Selo, la aldea o pueblo del zar (actual Pushkin). Había pertenecido inicialmente al príncipe Menshinkov ex favorito de Pedro. Este se lo expropió cuando cayó en desgracia y lo convirtió en un regalo para su segunda esposa Catalina I quien fue el amor absoluto del zar a pesar de sus oscuros y poco azules orígenes. No debe confundirse a esta zarina con Catalina II la Grande cuya aparición en la historia es posterior.

Su hija -la zarina Isabel Petrovna (Petrovna significa hija de Pedro)- conocida amante del lujo, adoraba el lugar. Pero consideraba al edificio demasiado sencillo, pasado de moda e incómodo por lo cual lo hizo derribar y encomendó a su arquitecto favorito Bartolomeo Rastrelli, construir en su lugar otro palacio digno de su egregia persona en estilo rococó.

Cuatro años después, el arquitecto le presentó a Isabel y su corte un edificio que constaba con una fachada principal de 325 metros de largo profusamente adornada con estatuas de atlantes, cariátides, pilastras y ventanas ornamentadas. Como un enorme y costoso pastel de fondant y chocolate moldeado. Pero usando los colores del barroco ruso: azul, blanco y dorado. Se calcula que se utilizaron alrededor de 100 kilos de oro en los revestimientos con dorado a la hoja que recubre los ornamentos de la fachada y que abarcan hasta los tejados. En la época, se creía que los techos también eran de oro.

El edificio da hacia un magnífico jardín estilo francés, al cual se accede descendiendo a través de escaleras, ya que los edificios están a una altura superior. Es un oasis de paz donde uno puede sentarse en uno de esos bellos bancos de hierro fundido y disfrutar del murmullo de la brisa al pasar a través los árboles.

Pero es en invierno -cuando un manto blanco nacarado cubre el palacio- que el lugar adquiere un aspecto de misteriosa magia intemporal. Es como si en cualquier momento pudiéramos ver a Catalina II o Isabel I envueltas en pieles subir a una hermosa troika (trineo ruso) ayudada por sus lacayos y acompañada por sus cortesanos. Hasta quizás se podría escuchar el tintineo de los cascabeles de los caballos y de las risas al alejarse.

Palacio y parque de Catalina en Tsarskoye selo

Este espacio verde es sólo una parte del extenso parque que rodea al complejo del palacio de Catalina. Se denomina de esa manera ya que lo componen varios edificios. Hacia atrás, la edificación se continúa en forma de semicírculo, el cual rodea un patio central. En el lado norte, se pueden apreciar las 5 magníficas cúpulas doradas de la Iglesia de la Resurrección de Cristo como salidas de la escenografía de la ópera-ballet de Tchaikovski "Las zapatillas de la zarina"(Cherevichki) basada en un cuento fantástico de Nicolás Gogol. En dicho cuento, un herrero -cuya madre es una bruja- debe conseguir las zapatillas de Catalina la Grande "ayudado" por el diablo y al final por el príncipe Potemkim (el principal hombre en la vida de la zarina) para conseguir el amor de una ambiciosa doncella. Aparecen todo tipo de personajes mitológicos rusos como las rusalki, las ninfas del agua.

La imagen de la iglesia es una de las primeras que puede verse al llegar. Constituye un magnifico recibimiento y la segura promesa de que visitar el complejo nos dejara sin aliento. Las puertas de entrada de hierro forjado -laminadas en oro y adornadas con el águila bicéfala (escudo del Imperio Ruso)- son pura poesía en metal. Una reja de las mismas características rodea el perímetro sostenida por pilares y parecillas de estuco de color blanco y azul.

Cuando llega al poder Catalina II la Grande introduce una serie de cambios y nuevas construcciones en estilo neoclásico. Consideraba exasperante el apego de Isabel por las recargadas construcciones barrocas. Según la nueva zarina, era de pésimo gusto, pasado de moda y un despilfarro innecesario de dinero. Se debía regresar a la pureza del arte griego, una vuelta a la Constantinopla ortodoxa de la cual Rusia se consideraba heredera. En su diario personal, escribió lo siguiente: “era la obra de Penélope (por Isabel): lo que se construía hoy, mañana se destruía y cambiaba. Esta casa se había demolido seis veces y vuelta a construir hasta alcanzar lo que hoy está en pie. Se gastó un millón setecientos mil rublos..."

Quizás a través de una publicación sobre el diseño de los baños romanos, Catalina se interesa en un arquitecto escoces llamado James Cameron especialista en arquitectura neopalladiana (por Andrea Palladio, arquitecto veneciano). Tan de moda en ese entonces, le encarga una serie de construcciones y la refacción de un ala del palacio, de las cuales destaca la galería -llamada de Cameron en su honor- y sus habitaciones privadas conocidas como “habitaciones de ágata”.

Palacio y parque de Catalina en Tsarskoye selo

La hermosa galería tiene un diseño clásico puro. Es espaciosa y diáfana. Desde allí se puede contemplar el parque y parte del lago artificial. A un costado un pequeño y bellísimo jardín inglés cercado, con maravillosos canteros de flores envueltos por el intenso y placentero aroma de las lilas. Al fondo, el edificio de los baños fríos decorados al estilo pompeyano. Para poder acceder a la galería, Cameron creó una preciosa escalera doble en semicírculo custodiada por dos estatuas griegas. La galería está adornada con bustos de los filósofos griegos que tanto amaba Catalina, entre otros.

Al llegar al tope de la escalera, uno no puede menos que contener el aliento ya que las imágenes de los últimos Romanov, se atropellan en la mente. Alejandra (esposa del último zar Nicolás II) y sus hijos solían utilizar ese lugar para tomar sol y aire fresco. Hay fotografías de la zarina rodeada por las niñas o acompañada de Alexei cuando su hemofilia no le daba tantos problemas. Sola, entretenida con alguna labor de punto, leyendo o simplemente disfrutando del calor de los rayos del sol en un día de invierno.

En las habitaciones privadas de Catalina II se usaron piedras de lapislázuli, alabastro, jaspe y malaquita, aparte de ágata para recubrir las paredes y los pisos. La decoración neoclásica. de rasgos simples y puros es sinceramente magnífica. Todas estas estructuras diseñadas por Cameron, se comunican entre sí a través de los jardines colgantes. Un lugar en donde vale la pena detenerse un momento para disfrutar de su belleza.

Su contrapartida barroca se inicia al trasponer la puerta principal del palacio con una increíble escalera blanca de mármol tallado que conduce a la parte superior. La magnificencia de las salas por recorrer, no pueden calificarse con justicia. La llamada "enfilada dorada". Creo que ninguna narración, vídeo o fotografía puede describir las sensaciones que se producen. Es una explosión de brillo y color que golpea con furia el sentido de la vista y envuelve el raciocinio en un halo de incredulidad. Esto se repite al atravesar un cuarto tras otro.

Mención especial merece el gran salón llamado Sala del Trono creado para impresionar y hacer sentir el poderío de la Rusia imperial. Es de aproximadamente 1000 m2, ocupa el ancho del palacio. Tiene ventanas que dan al parque y al patio interior. Esta magníficamente decorada, con una iluminación espléndida producida por la luz que entra a través de ventanas en dos niveles intercaladas con espejos. Se emplearon 130 artesanos para realizar las tallas doradas que lo adornan. En el techo destaca un enorme plafón pictórico pintado por un maestro veneciano dividido en tres partes llamado "El triunfo de Rusia". Durante las ceremonias o recepciones, aquí normalmente tocaba una orquesta compuesta por 80 músicos. Es allí donde la bella Isabel daba sus bailes de máscaras bajo la luz de 1.200 velas. Para ella -como una estrella famosa de rock- era el escenario perfecto para que pudiera brillar con toda su intensidad. En un solo baile solía cambiarse hasta siete veces de vestido. Cada uno más lujoso que el anterior y que solo se pondría una vez. Por orden estricta de la zarina, ninguna cortesana debía estar vestida más magníficamente que ella, ni ser más hermosa. Ella establecía qué vestiría y cómo se peinaría cada mujer invitada al baile. ¡Ay de la mortal que osara desafiarla! Vale la pena quedarse y presenciar el espectáculo de ese salón iluminado. En cualquier momento … ¿quién sabe? … podrían aparecer algunos de los fantasmas del pasado: la zarina Isabel vestida como una magnífica y excéntrica diosa, con uno de sus lujosos y enjoyados vestidos de la mano de su amante y probable marido secreto el conde Razumovsky. Centelleante a luz de los candelabros y rodeada por la parafernalia de su barroca corte.

Hacia el otro lado de la escalera central, está el extravagante comedor blanco, comedor de los caballeros, salones de pilastras rojas y verdes. Estos espacios son el preludio de la anhelada y famosa sala de ámbar regalada por el rey Federico Guillermo de Prusia a Pedro el Grande en 1716.

SALA DE ÁMBAR

Conocida como la octava maravilla del mundo. Su variante inicial fue regalada en 1716 por el rey de Prusia Federico Guillermo a Pedro el Grande ya que deseaba congraciarse con él y persuadirlo para que firmara un tratado de cooperación mutua contra Carlos, rey de los suecos. Creada entre los años 1701 y 1707 por artesanos alemanes y daneses al mando de Gottfried Turau para ser el despacho de Federico Guillermo en el palacio real de Berlín.

El ámbar es resina petrificada de más o menos 50.000 de años de antigüedad y tiene un valor de aproximadamente el doble que el oro. Puede hallarse en diferentes partes del mundo, como por ejemplo en el mar del Norte y el Báltico. Se usaron 6 toneladas de ámbar y también oro para construir el revestimiento de las paredes, zócalos, molduras, candelabros, marcos y muebles. El color del ámbar va desde el amarillo, al café pasando por el naranja.

Una vez regalada y traída a Rusia, por años fue olvidada, hasta que Isabel fue coronada. La mandó a instalar en su nueva residencia de verano aumentando considerablemente su superficie a lo que contribuyeron los artesanos rusos. Actualmente está valuada en 125.000.000 de euros.

Palacio y parque de Catalina en Tsarskoye selo

Durante el sitio de Leningrado en los años 1941 a 1944, Tsarskoye Selo quedó detrás de las líneas alemanas. Los soviéticos intentaron desmantelar la cámara, pero no tuvieron tiempo suficiente. Además, temían que los frágiles paneles se rompieran con el apuro. Así que sólo intentaron ocultarla tras papel tapiz. Los expertos alemanes tardaron 36 horas en desarmarla y enviarla en cajas a Koenigberg (actual Kaliningrado) en Prusia oriental. De allí se pierde su rastro existiendo varias teorías y opiniones de expertos que aún hoy buscan la maravillosa cámara. Una de ellas es que no sobrevivió al bombardeo de la RAF (fuerza aérea británica) del día 30 de agosto de 1944. La resina arde en un instante. Otros opinan que se hundió en el mar cuando los nazis trataban de enviarla a un sitio seguro. Para algunos, está oculta en un sistema de túneles en el territorio de Bohemia (República Checa) donde los nazis tenían instalaciones secretas en las cuales se estaban investigando nuevas tecnologías. Algunos de los que más empeño pusieron en la búsqueda, fueron los alemanes de la antigua DDR (República Democrática Alemana) ya que desde el punto de vista político deseaban demostrar que el pacto entre ellos y los rusos tenía un antecedente importante con 4 siglos de antigüedad. Pero todo fue infructuoso. El historiador alemán Alfred Rohde -especialista en obras artísticas de ámbar y autor de dos libros sobre el tema, entre otros títulos- fue el curador encargado durante la estadía de la cámara en los sótanos del palacio de Koenigberg. Murió en dicha ciudad en 1945 a los 53 años de edad. ¿Cuántos secretos se llevaría a la tumba?

En 1990 apareció un fragmento de un zócalo florentino en Bremen en el mercado ilegal de antigüedades. En el año 2000, Alemania se lo devolvió a Rusia junto con una cómoda. Una teoría bastante estrambótica es que quizás el gobierno soviético lo vendió para soportar los costos de la guerra o bien que los nazis la llevaron a Sudamérica en su huida después de la caída del Tercer Reich. En realidad, lo más probable es que la octava maravilla del mundo, haya sido reducida a pequeños fragmentos esparcidos por el globo. Lo que pudo salvarse...

La Sala de Ámbar actual -que fascina tanto a los visitantes del Palacio de Catalina- es una réplica que demoró 30 años en construirse y fue un esfuerzo incomparable de los maestros artesanos rusos. El gobierno alemán invirtió 2 millones de euros de los 12 millones que se gastaron por la obra. Se realizó en base a fotografías y dibujos anteriores a 1940. Fue inaugurada en 2003 en el marco de las celebraciones por el tricentenario de la fundación de la ciudad de San Petersburgo.

Palacio y parque de Catalina en Tsarskoye selo

PARQUE dependiendo del Palacio de Catalina

Este parque de ensueño tiene una extensión de 100 hectáreas en las cuales se mezcla el jardín formal francés -que está ubicado en las cercanías del palacio con sus magníficos diseños geométricos y las estatuas renacentistas italianas- y un lago superior con una pequeña isla central. El resto tiene el esquema de un jardín paisajista inglés con pequeñas caídas de agua, estancos, grutas y arroyos cantarines. Pensado para el entretenimiento de la corte, presenta un gran número de edificaciones creadas a lo largo de los reinados de Isabel y Catalina la Grande para su diversión. Los primeros son diseños de Rastrelli y los últimos de Stasov discípulo de Cameron. Se destaca el pabellón del Hermitage -diseñado con los colores del barroco- situado en la orilla del lago superior y usado para citas románticas no tan secretas. Cuenta con un sistema de mesas que ascienden y descienden con las vituallas para que de ese modo ningún sirviente pueda incomodar a los comensales cuando estaban ocupados en otras cuestiones o correr el riesgo de ser reconocidos. El pabellón chino -tan de moda en ese entonces-, el puente palladiano de mármol, el pabellón Almirantazgo (nada más que para almacenar lanchas y remos), baños fríos, calientes, turcos, la estatua de la lechera inmortalizada por un poema de Alexandr Pushkin, etc. Un detalle especial que nos habla de la romántica Catalina, es el busto de uno de sus amantes que se sitúa al borde del lago superior. Alexander Lanskoy fue lugarteniente del príncipe Potemkin quien se lo presentó como posible amante a Catalina. También dicen las malas lenguas que había un tribunal examinador compuesto por las amigas cercanas que comprobaba sus habilidades como amante antes de ser introducido en las habitaciones de la zarina. Los historiadores comentan que era poco ambicioso y no se inmiscuía en política. Muy inteligente y culto. Catalina sentía un amor y un orgullo casi maternal por él. Murió de difteria a los 26 años de edad. La zarina pasaría horas llorándolo y contemplando la estatua...

EL COMPLEJO LUEGO DE LA MUERTE DE CATALINA LA GRANDE Y EL SITIO DE LENINGRADO.

Pablo odiaba tanto a su madre como a todo lo que se la recordara, así que el palacio fue abandonado al poco tiempo. Prefería vivir en su palacio de Pavlovsk y luego en el de Mikhailovsky en San Petersburgo. Su hijo Alejandro introdujo algunas mejoras y restauraciones. Pero su antigua gloria como residencia favorita de los Romanov fue decayendo a lo largo de los años. La última familia imperial fijó su domicilio permanente en el cercano Palacio Alejandro (regalo de Catalina a su nieto). Durante la Segunda Guerra Mundial, todo Tsarskoye Selo sufrió enormemente con los saqueos y los extensísimos daños generados por la furia de los combates. La restauración iniciada en la década de los ‘50 del siglo anterior, todavía continúa...

"Todo lo verdaderamente grande pertenece a la humanidad entera" Emil Ludwig.

P.D. En mi canal de YouTube Guia San Petersburgo se puede ver mi video filmado dedicado al Palacio de Catalina en Tsarskoye Selo.


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